viernes, 21 de octubre de 2011

EL FIN DE ETA


Hay días en los que no sé si los que tienen ideas firmes, monolíticas, clarísimas, me causan admiración o miedo. Me ocurre en días como el de hoy, en los que me alegro por todos esos concejales como yo, que ya no van a tener que mirar debajo de sus coches antes de ir a sus ayuntamientos, por todos los policías nacionales y guardias civiles que desde hoy saben que no les van a dar un tiro por la espalda, por todos los exiliados vascos que tuvieron que marcharse a otras regiones de España y que a partir de hoy podrán pensar en hacer las maletas para volver al hogar del que lo expulsaron las amenazas de los cómplices de ETA.
Me alegra la noticia de que ETA no va a matar más niños ni va a dejar más huérfanos. Hace diez, quince años, cuando los asesinos tenían capacidad para asesinar todas las semanas, una noticia así habría producido un alivio inmenso en todos nosotros: hoy, cuando ETA, pese a su pomposo y vomitivo lenguaje, carece de capacidad para matar si no es por casualidad, cuando saben que cualquier crimen que pudieran seguir cometiendo les resulta muy difícil de justificar entre quienes defienden la independencia del País Vasco, hoy, el anuncio de los terroristas causa en muchos de nosotros esta mezcla de sentimientos encontrados, de esperanzas y recelos, porque hemos crecido escuchando su violencia en las pantallas de nuestros televisiores, este saber que las brújulas del futuro están imantadas por tanto sufrimiento como esta gentuza ha causado con sus atentados y sus secuestros y sus extorsiones.
¿Quién, de entre los decentes, podrá olvidar las caras de tantas víctimas, las lágrimas lloradas en tantos entierros, la desolación infinita de quienes perdieron a sus maridos, a sus esposas, a sus padres, a sus hijos, a sus amigos?
Tengo la esperanza de que hoy se haya abierto una puerta. Claro que sí. Aunque no sepa como podremos conjugar la necesaria aplicación de la justicia y la memoria de las víctimas del terror, con el necesario proceso de superación de la ruptura civil de los vascos.
Hoy quiero pensar que es un buen día. Un buen día, para la esperanza, aunque el recelo de tantos años de miedo, nos siga generando dudas para quienes antes no han respetado el estado de derecho.

No hay comentarios: