Según datos de la Encuesta de discapacidad, autonomía personal y situación de dependencia, se puede estimar que en uno de cada cinco hogares españoles, reside al menos una persona que afirma tener una discapacidad. El caso más frecuente es el hogar de dos miembros donde uno de ellos presenta alguna discapacidad.
Algunas de estas personas manifiestan no necesitar ayuda para desarrollar una vida “normal”, pero el 74% afirman tener dificultades para las actividades básicas de la vida diaria. En la mayoría de los casos reciben atención, supervisión y cuidados personales por parte de otras personas, bien de su propia familia, o de profesionales que le ayudan a realizar actividades como asearse, vestirse, comer, ir a comprar, cuidarse, desplazarse, etc.).
Se ha descrito un conjunto de síntomas que suelen afectar a la salud de las personas cuidadoras con un alto índice de prevalencia (un 50% tiene síntomas depresivos, un 37% sufren deterioro del patrón de sueño, un 30% padecen ansiedad, o un 56% sufren dolor crónico), que con frecuencia se denomina “síndrome del cuidador”. Además de estas afecciones, se exponen a riesgos de sufrir trastornos musculoesqueléticos, sobre todo en la espalda, al realizar tareas como movilizar, vestir, asear, etc., o a riesgos de tipo higiénico en tareas como el cuidado de enfermos, limpieza, alimentación, etc.
Con este proyecto, por tanto, se pretende informar a cuidadoras y cuidadores, informales o profesionales, sobre los riesgos a los que están expuestos en su trabajo diario, sobre todo en viviendas familiares, y formarlos en las técnicas básicas para evitarlos, preservando su salud, porque difícilmente podrán cuidar a alguien si no se cuidan antes a sí mismos.
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